Colaboración de Rafa García Nadal
El mandamás aspirante
tiene donde reflejarse
y sabe cómo apoyarse
pues le tenderán la mano
los tirios y los troyanos.
Él así no desmerece,
y con lo peor se mece.
Los deja hablar y él se calla,
así en sus defectos halla
ungüento por si le duele…
El mandamás aspirante
sabe del pueblo obediente,
accesible y transigente,
que se confinó encerrado,
que aplaude y canta encantado,
que no mira bien las cuentas
y que olvida las afrentas
esperando a que esto pase,
perdonar lo imperdonable,
y favorezcan encuestas.
El aspirante maneja
los tiempos y los quereres,
de los hombres y mujeres.
Sabe pulsar apetencias,
enemista, juega y tercia,
mientras los otros, menguados,
caen bobos y atrapados
en la tela que maneja.
El que busca, si le dejan,
quedarse un montón de años.